ADVIENTO...
Isaías nos invita a soñar. Los sueños, si no son fantasías ociosas, nos animan a vivir otros tiempos, otros nichos posibles. Podemos preñar nuestra espera de mundos que nos llamen desde un horizonte cercano y seductor.
Sigamos a Isaías:
El desierto y el yermo se regocijarán,
se alegrarán el páramo y la estepa,
florecerá como flor de narciso,
se alegrará con gozo y alegría…
Fortalezcan las manos débiles,
robustezcan las rodillas vacilantes,
digan a los cobardes de corazón:
sean fuertes, no teman.
Miren a su Dios que viene en persona…
Se despegarán los ojos del ciego,
los oídos del sordo se abrirán,
saltará como un ciervo el cojo,
la lengua del mudo cantará.
*Tiempo para entrenarnos, en cómo poner nuestras manos al servicio de un nuevo amanecer para nuestro alrededor inmediato y también para la humanidad entera.
*Que nuestro adviento amaine las costumbres que llaman al acelere, a la indiferencia, a las agresiones múltiples, al aislamiento y nos llene de espera. Que nos anime a mirar al horizonte de manos enlazadas como las que sueña Isaías... y a trabajar el hoy para levantar los cimientos de una ciudad distinta.
De Carmiña Narva Velasco,
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