Domingo 4º de Adviento. Ciclo A
En este cuarto Domingo de Adviento las lecturas nos hacen descubrir verdaderamente al Esperado de los pueblos: a Jesucristo. Son tres lecturas que nos hacen tocar y vivir con corazón sincero la intensidad de lo que significa el que Dios "esté con nosotros" para siempre, es decir, que sea "Enmanuel".
La Navidad está tan desfigurada que parece casi imposible hoy ayudar a alguien a comprender el misterio que encierra. Tal vez hay un camino, pero lo ha de recorrer cada uno. Debe ser una experiencia personal. No consiste en entender grandes explicaciones teológicas, sino en vivir una experiencia interior humilde ante Dios.
Las grandes experiencias de la vida son un regalo, pero, solo las viven quienes están dispuestos a recibirlas. Para vivir la experiencia del Hijo de Dios hecho hombre hay que prepararse por dentro. El evangelista Mateo nos viene a decir que Jesús, el niño que nace en Belén, es el único al que podemos llamar con toda verdad «Emmanuel», que significa «Dios con nosotros». Pero ¿qué quiere decir esto? ¿Cómo podemos saber que Dios está con nosotros?
Abandonémonos a ese misterio con confianza. Dios nos parece inmenso y lejano. Pero, si nos abrimos a él, lo sentiremos cercano. Dios está en nosotros sosteniendo nuestra fragilidad y haciéndonos vivir. No es como las personas que nos quieren desde fuera. Dios está en nuestro mismo ser.
Dios se ha hecho hombre». Ya nunca estaremos solo. Nadie está solo. Dios está con nosotros. Ahora sabemos «algo» de la Navidad. Podemos celebrarla, disfrutar y felicitar. Podemos gozar con los nuestros y ser más generoso con los que sufren y viven tristes. Dios está con nosotros.
Está en marcha misteriosa y creativa de Dios a favor de todos los seres humanos. Todo en la vida de Jesús, toda su vida es la obra del Espíritu que siempre está con él.
Y qué podemos decir de José? Una figura que se nos pasa casi desapercibida…
“José su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto. José es justo porque observa la Ley que obliga al marido a disolver el matrimonio en caso de adulterio y suaviza el rigor de la ley evitando la difamación pública.
Pero, fundamentalmente es justo, porque acepta el plan de Dios, aunque no lo entienda, lo desconcierte y le cambie todos los planes.
De José aprendemos a no juzgar a las personas, a ponernos en el lugar de los demás, a aceptar lo que no entendemos de nosotros mismos, y de los demás, a tomar decisiones, a vivir un proyecto de pareja, a luchar por nuestros sueños, el valor de la discreción, de la reflexión y el silencio.
Para hacerse presente Dios no busca personas importantes, sino una joven pareja, el nombre de Jesús: “Dios salva” expresa su destino y su misión. Todos tenemos un nombre en el corazón de Dios y una misión.
Dios sigue necesitando nuestra capacidad de amar, de creer, de crear, de servir para seguir naciendo en el mundo, y para hacer posible su mensaje de ternura, de cercanía, paz, justicia y liberación.
Nuestra Fe consiste en creer que, en Jesús, Dios, se hace cercano, no estamos solos: Dios está con nosotros, compartiendo y solidarizándose con nosotros, con las dificultades, alegrías. Camina con cada uno, con cada una de nosotros dándonos apoyo, ilusión, fuerza, luz.
Si, como María y José nos abrimos al Misterio, al Espíritu, Dios viene a nuestra casa, nace en cada uno de nosotros, y llena nuestra vida de encuentro, alegría, esperanza, y de sentido.
Dios está con nosotros. Dios está en medio de nosotros. En Jesús, Dios es uno de nosotros. Dios en forma humana vive en medio de nosotros y viene para hacernos real y plenamente humanos en el modo que Dios se propuso. Aquí está Jesús, nuestro modelo de profunda humanidad. Solamente tenemos que mirarlo y dejar que él nos modele y nos forme con su Espíritu. Entonces nosotros también seremos completa y totalmente hijos e hijas de nuestro Dios bondadoso. Éste es el mensaje de hoy: Descubramos a Jesús aquí en medio de nosotros.
Jesús es Nuestro Dios-con-nosotros
Dentro de unos pocos días
celebraremos la Navidad. Pues bien, si queremos vivirla realmente, cada uno de
nosotros debemos ahora meditar lo que realmente significa que Dios tenga un
plan de salvación para nuestra vida, para nuestra familia y para nuestra
comunidad. Y debemos ser muy conscientes de que en ese plan es fundamental la
Encarnación de Jesucristo.
¿Voy a dejar que esta fiesta de Navidad pase superficialmente, sin transformar mi vida? O, como hicieron José y María, ¿voy a escuchar lo que Dios me comunica por medio de su Palabra y voy a actuar según su voluntad, acogiendo a Jesús en mi corazón?
Para la reflexión, se consultan varias fuentes.
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