Lc 23, 35-41
Hoy cerramos el ciclo litúrgico con la celebración de Cristo Rey, el próximo domingo va a comenzar el Ciclo A con Adviento. El punto de esta celebración se encuentra en lo que entendemos por este título de Rey, pues esto marcará nuestra punto de vista y revisar lo vivido como cristianos a lo largo del año anterior y tambiéndeterminará nuestras expectativas con respecto al futuro que se abre.
Jesucristo Rey del Universo...
No. Cristo no reina en el mundo. Reinan otros valores..o no es así? Reina el dinero, la avaricia, la falta de solidaridad, el deseo, el derroche,… la economía deshumanizada, la destrucción de nuestro hábitat, la explotación de personas, el insulto de las actitudes y los valores que nos hacen humanos, la sacralización de lo que nos animaliza, el desprecio de las relaciones humanas "humanas", la exaltación del conflicto, la ley del más fuerte, la guerra…
No todo es así, pero lo que reina en el mundo sí que es así. Lo que reina en el mundo es lo que lo está llevando a una situación límite donde está en riesgo la propia civilización. Es lo que está cambiando el clima, destruyendo nuestra casa común, los fondos marinos, produciendo sequías y pérdida de cosechas, provocando a la larga tal escasez de productos indispensables para la vida, que traerá migraciones masivas, conflictos generalizados por obtenerlos... e infinidad de calamidades más.
Hoy mucha gente muere de hambre y
falta de medicinas básicas mientras otros tiramos alimentos a la basura. Hoy, dentro de toda ciudad desarrollada, convive la
miseria con el derroche, y la inhumanidad se destaca por sus respetos. Una
persona puede estar muriéndose en una acera mientras los demás pasamos
indiferentes, o ser víctima una agresión brutal en plena calle y a pleno día
sin que movamos un dedo por auxiliarle…y alguien filma lo que está pasando en lugar de ayudar!!!
Necesitamos que en el mundo reinen otros valores, porque es evidente que con estos nos encaminamos al desastre a una velocidad inusitada. Necesitamos cambiar, salir del consumismo, aprender a vivir con poco, descubrir que el prójimo también tiene necesidades reales, concretas, recuperar la capacidad de compadecer, preferir dar que recibir, desterrar la violencia, acostumbrarnos a decir la verdad, trabajar por la paz y la justicia…
Necesitamos reconciliarnos con la
Naturaleza, porque no es posible garantizar el bien del género humano sin
ampliar nuestro desvelo al entorno que lo acoge.
Solo cuando esto se logre podremos decir que Cristo reina en el mundo. Pero esto no es algo que vaya a ocurrir de manera espontánea, ni solo por la fuerza del Espíritu, sino porque haya personas que trabajen en ello. Jesús creía que era posible, y su última voluntad fue encargarnos a nosotros, sus seguidores, la tarea de hacerlo. Hasta nos dijo cómo: «Que los hombres vean en vuestras buenas obras el amor del Padre».
Ser cristianos no es
solo hacer grandes profesiones de fe. La mejor manera de aceptarlo como Señor y
Redentor es imitarlo viviendo identificados con quienes sufren injustamente. Y
eso significa hacer algo: denunciando, exigiendo, ayudando, acompañando,
orando. Todos tenemos responsabilidad en lo que le pasa a los hermanos, según el lugar que ocupamos en la sociedad, nuestra responsabilidad es diferente.
Porque si en la opinión de muchos el gobernar es una manera de obtener beneficios para sí mismo, en la enseñanza de Jesús, puesta de manifiesto en su propia vida, el que gobierna es alguien que está puesto al servicio de los demás, aunque tenga que perder la vida en esta tarea.
La autoridad es un servicio que se presta a los hermanos. Lo ha enseñado el mismo Dios cuando usó la figura del Pastor para decir que él es el Rey de su pueblo. El es el Rey porque se comporta como un pastor: cuida, protege, brinda seguridad, alimento y no descansa ni de día ni de noche. El Señor se ha mostrado muy duro con los malos pastores que han aprovechado de su pueblo. Al hablarnos de sí mismo nos ha dado la enseñanza sobre lo que significa gobernar. Tenemos en esta lectura para reflexionar sobre la forma cristiana de entender la función de gobernar. Debemos comprender que gobernar es servir. Y eso lo llevamos a todos los lugares donde hay alguien que tiene un poder sobre otro, un jefe, un papá, un empleador. El poder es un servicio.
Preguntémonos: ¿ Jesús, reina en mi vida? ¿Qué hago, con qué me comprometo para que Jesús reine en la sociedad?...
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